Adictos al café

miércoles, 25 de marzo de 2015

"El olor de las flores del jardín que nunca tuve."

   Paseando aquella mañana, encontró de casualidad un puesto de flores. Uno de esos que se mueven, ambulante: que nunca encuentras dos veces en el mismo sitio. Y con pétalos de mil colores, olores. 
Sonríe triste. Le encantan. Cortadas o sin cortar, aunque las prefiere de la segunda forma. Porque duran más. 

Mientras acaricia distraída una de las margaritas violeta, se acuerda que ya llega Abril. Y con ese mes, ese día. Y con ese día, un te echo de menos. Un ramo de flores y una vela encendida. Aunque su ángel siempre prefirió las flores en vida, según le contó mamá una vez.



Se aleja del puesto, sin volver la vista. La brisa le revuelve los rizos rubios. Mira al cielo y lanza un beso. Le cuenta en secreto quién una hora antes le decía que hubieron tiempos en los que en un jarrón ponía flores frescas casi a diario. Y no sabe por qué, cree que a su ángel le caería bien. 

Escalofrío. Pero el sol le acaricia la piel. 

Y de repente le vuelve el olor de las flores, de aquellas del jardín que nunca tuvo.

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