Adictos al café

miércoles, 4 de mayo de 2016

La chica del momento equivocado

Tantas otras veces lo hemos sido otras y esta vez ha sido ella, la chica del momento equivocado. Lo conociste como se conocen a esas personas que te marcan en la vida, por casualidad. En tus planes no había paradas a medio camino y, sin embargo, tiene razón eso que dicen que cuando menos se busca, más se encuentra.
Y así te lo encontraste a él, por accidente. Es de ese tipo de personas con las que conectas sin querer, sin pensar, que simplemente surge. Demasiado bueno para ser verdad, y por entonces sólo quieres aprovechar cada segundo en su compañía. Tardes de cervezas al sol y suspiros dados de la mano. Alocados, atolondrados, saliva, risas, besos. Pero sabes que algo no va bien.Simplemente lo sientes. Puedo cerrar los ojos y recordar esa sensación. Porque llegaste en el momento equivocado. Una ruptura, una larga relación tóxica, un problema familiar, un sacrificio laboral, o cualquier otro problema que se  interpone en el camino. Y es por uno de ellos, con el que no contabas, que se interpone por el medio ahogando las posibilidades.
Y es injusto cómo tienes que hacerle frente a un problema que no has causado y que no has buscado. Que tú no querías encontrártelo, que fue él quien alimentó las esperanzas. Pero esto te obliga a pararte y pensar cada paso que das. Qué palabras decir para no soltar la equivocada, qué hacer para no asfixiarle entre agobios. Te impide demostrar tus sentimientos y en momentos que te lo comerías a besos, te  puede el silencio con el nudo en la garganta.
Cuando más lo necesitas te apoyas en otras personas, pero entonces, ¿para qué lo tienes a él?
Las preguntas se te atragantan y, sin embargo, no te atreves a pronunciarlas. Y, por las noches, te quitan el sueño a base de vueltas en la cama. Que te compara y no te disfruta. Que no te quiere bien y tampoco puede hacerlo. Que tú no sabes qué hacer. Porque en parte te necesita, y en parte le sobras. Unos días tanto, otros tan poco.
Y tarde o temprano, como el equilibrio de las cosas y por su propio peso, el telón acaba cayendo. Tus sentimientos, tus opiniones, tus resentimientos y tus ganas frustradas las vomitas entre lágrimas. No querías llegara a esta situación, pero no puedes continuar así.
Por mucho que te duela, como seguro tú le doliste a otra persona, no hay manera de arreglar este estropicio. Sólo fue el momento inadecuado en el lugar equivocado con la persona correcta. Él no sabe qué decir y a ti no te queda nada más. Así que haces las maletas y te vas de su vida, con esas penas que duelen en el alma. Aun temiéndote este final, nunca esperas que duela tanto. Y créeme, a él también le duele, pero hay momentos en los que no das más.
Pero como todas las historias, cuando una acaba otra empieza, y tropiezas en la vida de alguien más. Todo sigue su curso, es tan fácil comparado a tu experiencia anterior, que simplemente no lo puedes creer. Momento y lugar correcto.
Y con el tiempo, él se cura. Por eso de que el tiempo todo lo cura. Y, un día, sin más, se acuerda de ti, de todo lo que puedo haber cambiado, de todo lo que soportaste y todo lo que le ayudaste. Y se arrepiente, de una y tantas cosas, se da cuenta de lo que tuvo y perdió, de cómo a veces las cosas no salen bien por mucho que uno se empeñe. Y en su profundo agradecimiento, suspira por aquella chica, la del momento equivocado, que ahora regala besos a otra persona.
Y durante unos segundos querrá volver, volver atrás, a hacer lo correcto. Demasiado tarde.