Amaneció y despertó junto a la melodía de piano de su despertador, abriendo los ojos con algo de pereza. Escuchaba el trajín del día, pues en casa ya se habían puesto en marcha. Su pequeña fue a despertarla, y Ella sonrió. "Luego saldremos juntas", le dijo, mientras se incorporaba en su cama. Se dirigió en la penumbra hacia la ventana, y la abrió de par en par, para que el Sol inundase su habitación, para que el aire la renovase en aquel nuevo día.
Se puso en marcha, y lo primero que hizo fue desayunarse un rico café con leche, bien calentito y dulce, para despertarse del todo y activarse: necesitaba energía para ese día. Le esperaba por delante muchas cosas por hacer, entre ellas realizar una serie de recados pendientes, estudiar para esos exámenes que tenía marcado en rosa fluorescente en su calendario, leer su correspondencia (si es que la había)... Una larga infinita de cosas que debía (y otras tantas que quería) hacer. Tras deleitarse con el sabor del café que se había preparado, se levantó y se dirigió a su cuarto, a por los apuntes...para estudiar. Y cuando acabase, saldría a la calle con su pequeña, a ver vida, a sentir la brisa, a respirar ese aire que tanto necesitaba para renovarse por dentro. Aunque lo que más deseaba era ir a aquel lugar en el que se sentía en paz...pues necesitaba reencontrarse a sí misma, además de encontrar un motivo para pensar que todo valía la pena.