Adictos al café

jueves, 30 de abril de 2015

nza

Aquella noche no tenía intenciones de conocer nuevos mundos. Créeme cuando te digo que cualquier geografía que se presentase ante mis ojos, me resultaba meramente aburrida.

Sin imaginarlo, descubrí tu paisaje. Esa mirada fulminante, la típica excusa del teléfono y una canción.
Tu mirada se perdía hacia la izquierda, cayendo tus pestañas a la vez que tus muros. Y que los míos. Pero entonces no lo sabíamos. (y ahora tampoco, solo que nos encanta hacernos los locos)

Es más que posible que ya nos hubiésemos cruzado antes, sin ser conscientes de ello, por la ciudad en la que vivimos. O en nuestro local de fiesta favorito. ¿Cuántas noches no iríamos a beber allí, y estaríamos cuerpo con cuerpo sin apreciar la cercanía? 

Pero fue aquel febrero, cuando no esperábamos nada (o por lo menos yo) cuando chocamos. Cuando, en medio de la multitud se me ocurrió pensar en alto y contestarle a la pregunta que sonaba en la canción en ese momento. Tus ojos se abrieron de par en par preguntándome. qué había dicho. Pues eso
Y juntarnos más (si es que se podía), bailar y mirarnos hondamente a los ojos.

En aquella calle me robaste el beso. Que gustosa correspondí, evidentemente. Desprendías una energía que atraía a mi anatomía, como si del satélite lunar a la tierra se tratase. A distancia fija, pero con atracción continua. (tienes un imán, y lo sabes)

Sin darnos cuenta, empezamos a frecuentarnos. Cada vez más, porque buscábamos cualquier excusa para compartir un rato juntos. Sin duda, el vino fue la mejor de las posibles para disfrutar el momento.

Somos dos almas libres, como dijo la morena. Aún así, toda alma libre anhela en el fondo compartir su libertad con otra alma que sea capaz de entenderla, y respetarla. Esa capacidad de comprensión es otra de las cosas que añadiría a la lista de lo que me gusta de ti. Eres capaz de crear de la nada un universo, y hacer que me sienta cómoda en él siendo yo misma.


Por eso algo me dice que no me equivoco cuando a medianoche abro los ojos y te veo sonreír en sueños, y entonces me dan ganas de decirte que[to be continued]







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