Cuando me sobrevuelan no puedo evitar mirarlos. Tan grandes que son, y tan chiquititos que se ven ahí arriba... Me dan ganas de atraparlos; con uno sólo me basta. Para poder volar hacia donde más me apetece estar ahora mismo. Lejitos de casa, casi lo opuesto pero...que siento como hogar. Porque hay veces que los latidos de un corazón suenan como la risa de mamá: algo conocido, algo que da paz, algo que te hace sentir que no pasará nada...
Busqué unos ojos, y los encontré. Tomé una mano, y me acerqué. Me dijeron: "Este es tu sitio, ésta es tu taza de café. No digas nada,dices con la mirada más de lo que crees." Iba a la deriva, llevando mi alma en el timón. Iba por la vida sólo escuchando a mi corazón; buscando un puerto y un cielo abierto lejos del dolor. Hice tanto camino, buscándome en otra piel. Y a mi destino quise mantenerme fiel. Una princesa herida a la que el teatro de la vida le cambia su papel. Esa es... Raquel.
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