Cuando a pesar de todo, ocurre.
Dime, ¿de qué vas? No dejas de envenenarme con esa mirada. Y al final acabará pasando que no deje de pensar en tu sonrisa, si es que acaso ya no ocurre... Y no me gusta, porque no quiero. Ya bastante lío hay en mi cabeza como para que ahora llegue ese niño de seis años a bombardearme con su cara de pillo. No, más niños no. No sé como es posible, sé que ha traspasado mi muralla...y ha llegado a rozar mi corazón. Pero sólo es un niño...déjale, que juegue. Todos lo hacen. Y da igual que duela. Más no podrá doler.
¿Y qué haré?
¿Dejarme llevar o enloquecer?
Y como siempre, crees que sabes más que yo. Te equivocas: no sabes leer bien mi mirada; habla un lenguaje que aún no comprendes...
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