Quizá debieran entender que no soy un 24 horas con el que puede contar siempre. Cierro los domingos, y los días festivos. Y también por defunción. Me tomo mis momentos de calma, y no tengo necesidad de andar explicando por qué hago o dejo de hacer. Si quieren, lo entienden y lo respetan. O esperan a que regrese con esa explicación que nace de mí dar. Porque no me gusta que me acosen con qué debo ser o no, con qué debo hacer o dejar de hacer, con qué debo explicar o dejar claro. Quien realmente me conoce sabe como actuar, y cómo dejarme actuar. Nunca dejaré a aquellos que me importan de lado y sin una explicación si es necesaria por un determinado comportamiento, aunque tarde en regresar. Pero lo que no estoy dispuesta es a que me reclamen esas explicaciones como si yo fuese una posesión, como si tuviese la obligación de darla. Como todos, soy libre para elegir qué hacer o no, qué decir o no...y como actuar.
Si me apetece perderme, o acaso ya lo estoy, dejen que me encuentre sin atosigarme. Porque con eso lo único que consiguen es que desaparezca un poco más. Déjenme ser, que a veces yo también lo necesito. Déjenme soñar, para buscar en mis sueños esas respuestas que me faltan.
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