A
veces no sabemos el por qué. A veces no entendemos ciertas
“casualidades”, o causalidades; por qué conectamos tanto con
personas que jamás hemos visto y de repente se nos antojan
familiares. A veces no intuimos el significado de pequeñas cosas que
esconden algo grande. Pero no importa. Al final, lo clave es quedarse
con las buenas vibraciones, la buena energía que se desprende, la
magia...
Hace
algunos días atrás han vuelto los lobos. Hachi me saluda desde su
ventana siempre que puede. Y vuelven a sonar las sirenas dando ánimos
cuando más bajo es el ánimo. Cambios, paciencia, fuerza...intuyo
que ese es el mensaje; quizá tenga otro significado pero a mi solo
acuden esas palabras... Y es raro que me equivoque con esas cosas.
También
hace algunos días vi la foto de una amiga, Elisa, nombrando su clase
de Reiki. Me pregunté “¿y eso qué es?¿será como el yoga?”.
Me propuse investigarlo días posteriores y sin querer un día
después me regalan una pulsera para alinear mi chakras. Preciosa,
por cierto. Y ayer, conozco sin imaginarlo a una profesora de reiki
que me anima a probarlo. ¿Está todo conectado? Porque desde el
primer momento que leí a esta gran persona, a la cual considero
amiga aunque no nos veamos a menudo ni hablemos siempre, sentí una
conexión especial. Y el día que nos vimos por primera vez y nos
dimos ese abrazo, más claro me quedó que me topé contigo por algo.
Desprendes fuerza cariño, y espero que sigas así porque te hace
falta. Todo saldrá bien, luchadora!!
Ayer...ayer hubo un
momento magia, cuando después de 20 años te reencuentras con
“familia” que aunque no haya habido coincidencia física, siempre
ha estado presente de un modo u otro. La Antártida, los lobos
árticos, Mustang, América del Norte, Indios, parecidos
sorprendentes de dos mujeres que se llevan diez años...y conexión
mágica desde el minuto 1. Inexplicable, pero certero. Ocurre porque
sí, aunque no sepamos qué significa si sentimos ese “algo”, esa
magia del momento.