Esos días que parecen domingo, pero no lo son. ¿Sabes de lo que hablo? Te cuesta despegarte de las sábanas, porque la cama está muy calentita y ahí te sientes a salvo. Casi no piensas, solo sientes que respiras. Puede ser que te sientas a gusto y no necesites nada más que estar en la cama un ratito más; puede ser que algún recuerdo se cuele en tu mente y extrañes algo, o a alguien...
Sigues en la cama, y ha pasado casi una hora. "Mmm, qué rico se está aquí", piensas. Pero sabes que es la hora de mover el cuerpo, de hacer algo con tu vida y ponerte en marcha. Porque el mundo no se detiene, sigue adelante con su rotación y traslación mientras te desperezas en la cama, debatiendo si vale la pena levantarse o vaguear un poco más...
Y entonces te acuerdas...y sonríes. Qué mejor manera de vestirse, empezando por una sonrisa tan sincera y nacida en lo más profundo de ese músculo llamado corazón. Los ojos se cierran, y recuerdas ese sonido...ese latido, tan pausado y profundo... y entonces, con los recuerdos en mente y resonando en tus oídos la música de la vida, te levantas con tu sonrisa y vas por tu "morning coffee", para empezar de buen humor el día.
Y entonces te acuerdas...y sonríes. Qué mejor manera de vestirse, empezando por una sonrisa tan sincera y nacida en lo más profundo de ese músculo llamado corazón. Los ojos se cierran, y recuerdas ese sonido...ese latido, tan pausado y profundo... y entonces, con los recuerdos en mente y resonando en tus oídos la música de la vida, te levantas con tu sonrisa y vas por tu "morning coffee", para empezar de buen humor el día.